Se elaboraba mucho carbón que era vendido a buen precio, principalmente en Vitoria, para alimentar estufas y braseros: Igualmente consumían mucho carbón los cerrajeros y herreros.
A esta tarea se dedicaban especialmente profesionales que solían ser muy bien pagados por los propietarios de los bosques.
Los que tenían pocos árboles cocían el carbón por su propia cuenta, aprovechando el relativo descanso desde la terminación de la recogida del trigo hasta San Miguel, que era quien venia a traer las primeras lluvias.